"Guardián nocturno para terreno en importante avenida", es lo que alcanzó a leer a la pasada Jacinto, un esforzado trabajador de nuestra capital. A esas alturas su vida necesitaba un nuevo rumbo y al mismo tiempo un trabajo estable que permitiera satisfacer sus necesidades básicas. Mientras tanto (en otro lado de la ciudad) Don Facundo, un jubilado que recibía una miserable pensión, estaba ya completamente cansado de la vida injusta que había llevado hasta el momento, de modo que con toda seguridad partió a la entrevista laboral fijada para el lunes a las 9:25 am.
Jacinto, vividor de gran arrastre dentro del sexo opuesto dejó aquel día a su novia Jazmín y partió con su mejor vestimenta a la entrevista laboral. La convocatoria resultó ser todo un éxito, a ella asistieron alrededor de 30 postulantes. Jacinto al ver a Don Facundo sintió alivio, pues pudo darse cuenta que no era el único que fue sin su corbata a dicha entrevista, ambos se saludaron y compartieron un par de palabras dentro de la eterna espera.
El tiempo pasó y finalmente ambos fueron llamados, siendo los últimos en entrar a eso de las 13:00 hrs para conversar con la relacionadora pública de la empresa aún desconocida.
“Asiento”- les dijo ella-.
“Señores la verdad de las cosas, es que hasta el momento ninguno de los postulantes ha cumplido con el perfil que deseamos para las vacantes dispuestas, de modo que espero que ustedes sean la excepción”. (Ambos se miraron con cara de asombro).
Don Facundo en un tono muy respetuoso preguntó:
“Señorita , ¿En qué consiste básicamente el trabajo?”.
Bueno…- dijo ella- “El trabajo consiste en quedarse día y noche cuidando el terreno que se encuentra afuera de esta oficina sin horas de descanso, salvo para colación o ir a hacer sus necesidades”.
Fiel a su espíritu rebelde, Jacinto respondió:
“¿Pero usted está loca?, ¿Acaso cree que alguien se dignaría a recibir un trabajo tan explotador e inútil?
Fuera de todo pronóstico Don Facundo aceptó diciendo: “Me parece una buena oferta señorita, tomando en cuenta mi edad, es muy difícil que encuentre otro trabajo”.
Jacinto en cambio se paró diciendo “esto es una vergüenza, me voy de aquí”. Sin embargo, al salir de la oficina y ver aquel terreno vacío que estaba al lado de la avenida, se imaginó solo por un minuto ahí….
Si bien es cierto la vida de Jacinto siempre giró en torno a la libertad, pensó en Don Facundo, un anciano que estaría cuidando un terreno en la mayor de las soledades y sin tener a quién trasmitir sus vivencias.
Muy decidido entonces volvió con rapidez hasta la oficina diciendo:
“Acepto, yo lo acompañaré Don Facundo”
Y así desde la primera noche que han hecho guardia estos dos perros quiltros (en un terreno absolutamente vacío del que nadie sabe que cosa se cuida), los saludo siempre con mucho afecto, valorando su dedicación y esfuerzo. Noches de lluvia, bajando del metro estación Trinidad de la Línea 4, el cuerpo, la cabeza y el corazón cansado, la vida que sigue y sigue.
Aún así ahí están cada noche, para decirnos en nuestra cara:
"Tu hogar te espera".